La credibilidad del enunciado científico contemporáneo: ¿última figura de la autoridad?
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Fecha
2017-06-30Autor
Leclerc, Gérard
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Resumen
Artículo tomado de la revista Esprit n.° 313, marzo-abril de 2005.Traducción de Rodrigo Zapata Cano, Medellín, enero de 2017. Nota traductor.De cierta manera, aunque la ciencia sea una institución milenaria, es indiscutible que el enunciado científico pertenece al centro del orden cultural moderno. Este supone la libre circulación de la información, de los datos, las investigaciones, las hipótesis, etc. y, por lo tanto, la abolición (o por lo menos la minimización de la importancia) de las censuras, la ilegitimidad de las propagandas ideológicas, que tienen por tendencia natural buscar el monopolio de la emisión de las ideas públicas. En efecto, la sociedad democrática moderna ve en los individuos sujetos enunciadores aptos y habilitados natural y culturalmente (en derecho) para expresar sus opiniones, así sean contrarias a la opinión establecida, común u oficial, las de la colectividad o las de sus representantes autorizados. Tal sociedad funciona sobre la base del reconocimiento de lo que se ha convenido en llamar, desde hace más de dos siglos, “los derechos del hombre y el ciudadano”. Entre estos derechos figuran la libertad individual de la creencia religiosa, la libertad de pensar y, por ende, la libertad del examen de los discursos anteriores y actuales.